Esta mañana, mientras desayunaba en un Starbucks con mi chai tea latte bien calentito entre las manos, una camarera se ha acercado a la mujer que había sentada justo en la mesa de enfrente y le ha dado un abrazo. La mujer, Leticia, según lo que ponía en su vaso, llevaba una blusa roja que acompañaba a la perfección esta época estival. También lo hacían sus ojos, pero en este caso porque no dejaban de llorar.
Fotografía: Jackie Hornsby
¿Qué será?, he pensado. La tristeza te alcanza por tantos motivos que era imposible adivinar cuál de todos podría ser el suyo, pero ella seguía aferrándose a la camarera, descargando en ese abrazo parte de su pena.
El mundo seguía avanzando y la gente seguía moviéndose hacia todos lados. Parecía que a las nueve de la mañana ya llegaban tarde a la cena de Nochebuena. Pero todo ese caos tan agobiante se ha fundido en un instante con la paz y el cariño que esa camarera le ha regalado a una completa desconocida. Ha sido como presenciar la magia de la Navidad en estado puro.
Fotografía: vía Pinterest
Entonces me he dado cuenta de que, aunque no lo parezca, entre villancico y villancico también hay personas que sufren en estas fechas. Hay quienes en lugar de compartir la ilusión de jugar a la lotería, lo que comparten son cartones para no morir de frío durmiendo en las calles. Hay ancianos que cenan solos, porque no tienen a nadie con quien compartir su cena. Hay corazones rotos, familias desestructuradas, amigos enfadados y hermanos que se odian. Hay miles de historias que no se ven en los “stories” de Instagram, pero que también están ahí, que también son parte de la Navidad.
Fotografía: Grodenaue
Por eso, ojalá Leticia encuentre motivos para sonreír esta noche, y ojalá tú encuentres un momento para darte cuenta de que la magia de la Navidad no está en los regalos, ni en las luces, ni en el árbol ni en las velas, sino en tener la suerte de estar rodeado de personas que te quieran.
Elena Martín López
Elena Martín López