¿Recuerdas aquellas tardes en las que, con frío en las manos, me llevabas a jugar al parque? Mientras yo me deslizaba por los toboganes, me balanceaba en los columpios y corría por todas partes, tú jugabas conmigo o aguardabas sentado en un banco, en silencio, hasta que yo te avisara de que podíamos marcharnos.
Fotografía: www.darkmindbrightfuture.com
Cuando aprendí a montar en bici, tú me ayudaste a pasar de los ruedines a un nivel superior, la bici de “adulto”. Aquella con la que no debía temer la caída, pues tú ibas detrás protegiéndome y estarías ahí para levantarme.
Fotografía: Gary Cosby Jr
También me enseñaste a hacer “sudokus”, ese juego de números con casillas por completar en el que, aunque a veces cueste, cualquier cosa se puede lograr si le ponemos empeño.
Fotografía: Megan Rogers
Además, cuando contestaba a mis padres de una manera grosera o simplemente les llevaba la contraria, tú me decías que no podía comportarme así, que debía tratarlos como me gustaría que ellos me trataran a mi. Así, me ayudaste a darme cuenta de cómo quiero ser y gracias a quién estoy aquí.
Fotografía: blog.hannamac.com
Por mostrarme tu faceta más real y ayudarme a sacar la mía también, por ser sincero y no regalar los oídos, sino todo lo contrario; por felicitarme por mis victorias y regañarme por mis errores, por animarme a seguir haciendo lo que más me gusta y disfrutar de mis pasiones conmigo; y por desearme todo lo mejor en mi vida.
Fotografía: Kate T. Parker
Por obligarme a comer lentejas, verdura, y la fruta en general, y decirme que si las tomaba entonces, me iban a gustar cuando creciera y entonces sabría apreciar el sabor de las cosas. Porque estabas en lo cierto y así ha sido. En otras palabras, por invitarme a probarlo todo, siempre haciendo uso de tu frase más típica: “pruébalo, y si no te gusta, me lo como yo”.
Fotografía: Anónimo
Por todas esas charlas que has dado en familia, por tus lecciones magistrales en las que he adquirido los mejores valores que se puedan tener. Por enseñarme a respetar y a saber defender mis argumentos frente a los demás, siempre haciendo un buen uso de la razón.
Fotografía: Jennifer Disbrow
Por quererme, por dejarte la piel por mí y por quienes te rodean, por hacerme ver que quien quiere puede, ya que quizás no seas el escritor más famoso del mundo, pero los libros que has escrito llenan de vida a mis estanterías.
Fotografía: Renee Hall Photography
Quizá no seas un jardinero profesional, pero has sabido plantar un árbol. Y lo más importante de todo, has tenido unos hijos maravillosos, que a su vez, han tenido otros que hoy están aquí para darte las gracias.
Fotografía: Anónimo
Gracias, a ti que todo lo puedes, aún a pesar de los años que llevas caminando, trabajando y regalándonos tu presencia. Gracias por enseñarme a no temer nada, incluso la muerte, pues como alguien dijo una vez: “todos vamos a morir en algún momento”, y es mejor que lo hagamos sabiendo que hemos disfrutado.
Fotografía: heroriginalsindustries.blogspot.co
Gracias, porque si alguna vez me preguntan quién es mi modelo a seguir o quién aspiro llegar a ser, no diré que es alguien a quien no conozco, pues solo admiramos a quienes realmente conocemos. Por eso, contestaré con seguridad y no dudaré ni un instante en referirme a ti, la persona que me inspira. Tú, un buen amigo y un gran abuelo pero, sobre todo, el mejor maestro que haya podido tener jamás.
Carlota Madariaga
Carlota Madariaga