“Algunas veces ser un amigo significa ser maestros en el arte del tiempo. Hay un momento para el silencio. Un momento para dejar ir y permitirles a las personas que hagan lo que quieran con su destino. Y un momento para levantarse a recoger los pedazos cuando todo pase.” (Gloria Naylor)
Querido (R)ecuerdo: sé que hace tiempo que no te escribo. Antes lo hacía a menudo es cierto, pero han cambiado mucho las cosas desde entonces. Supongo que ya no me recuerdas, o por lo menos no tanto, y sé que piensas que al no haber hablado en tanto tiempo debería haberte olvidado. Podría decirte que ya lo he conseguido, que estos casi 500 días de esfuerzo han servido para algo, pero no sería cierto. Lo único cierto es que lo he intentado tantas veces que ya he perdido la cuenta.
Mentiría si te dijese que ya no veo tu sonrisa cada vez que me acuesto, y tu mirada cuando me despierto por las mañanas. Que cada día no salgo de casa con la esperanza de encontrarte por casualidad, que no eres lo primero en lo que pienso cuando me dicen que pida un deseo, que no miro el móvil constantemente con la ilusión de ver tu nombre aparecer en la pantalla. Mentiría si te dijese que ya no escucho nuestras conversaciones en mi cabeza, que no te echo de menos, y que no me importa no poder volver a decir "esto huele a ti" y perderme en ese aroma. Mentiría si te dijera que ya no te quiero y que tu nombre no significa nada más que cuatro letras juntas que tus padres decidieron asignarte, que no eres más que una pulsera rota que perdí hace tiempo por el camino.
Podría mentirte, pero también podría contarte la verdad y decirte que si tuviese un minuto más contigo te abrazaría y te besaría para recuperar por un instante ese sentimiento de estar "como en casa". Es curioso cómo unos labios pueden proporcionarte el calor de un hogar, y unos brazos alrededor de tu cuerpo una confianza tan inmensa. Es extraño sentirse vacío cuando por dentro estás lleno de confusos sentimientos, pero lo peor de todo es saber que hay heridas que permanecen siempre abiertas, y cicatrices que nunca terminan de cerrar.
Recorrería el mundo caminando si eso me sirviera para saber por qué te dio por cerrar puertas mientras yo abría ventanas, quemar los puentes que construimos juntos, llevarme la contraria constantemente, luchar en una guerra que no era la nuestra, y balancearnos sobre precipicios donde terminamos ahogándonos. Te dio por olvidarme y al final lo conseguiste, pero yo sigo aquí, sujeta a lo que podría haber sido, tragándome las palabras y absorbiendo el dolor. Alimentando mis recuerdos contigo y pensándote en silencio porque es la única forma que conozco de vivir.
Daría lo que fuese porque dejases de ser esa pesadilla que sigo considerando como un sueño y ese sueño que a veces preferiría no haber tenido. Por dejar de abrazarte con los recuerdos e intentar llenar el vacío que dejaste tras de ti, como ese vaso que nunca conseguí que vieses medio lleno cuando de nosotros se trataba. Daría lo que fuese por volver a intercambiar melodías y escuchar una vez más esa canción a tu lado. Por tumbarnos en aquel parque al que solíamos ir y olvidarnos del tiempo hablando.
Me encantaría volver a levantarme una mañana de verano y ver que sigues enredado entre las sábanas, despertarte a besos y desayunarnos el uno al otro hasta que nos diese la hora de comer. Me encantaría volver a tenerte aquí, susurrarte que sin ti no puedo seguir adelante y que quisieses quedarte conmigo. Volver a reírnos del mundo, ver una peli de las malas para poder pasar a un plan B, estar horas metidos en el coche o simplemente no hacer nada, porque sea como sea siempre merece la pena perder el tiempo contigo.
Me hubiese gustado que las cosas fuesen distintas, haber cedido un poco más y poder seguir considerándote parte de mi vida. Me hubiese gustado que no te hubieses rendido y que hubieses querido perdonar nuestros errores, pero supongo que pasar página es más fácil que cargar con toda la historia que nos unía.
Querido (R)ecuerdo, no te estoy pidiendo que vuelvas porque ya no te necesito. El problema es que te sigo queriendo, y el querer es traicionero y te vuelve tan irracional que de vez en cuando te lleva a tener ciertos delirios. Querido (R)ecuerdo, no vuelvas, pero hazme un pequeño favor, considérame siempre como yo te considero, el mejor de los recuerdos.
E.M.
E.M.