"El amor hace posible la paradoja de dos que se vuelven uno sin dejar de ser dos." (Erich Fromm)
Fotografía: Monica Bellucci and Dolce & Gabbana
Muchas veces no sabemos por qué nos ocurren las cosas, ni si a alguien más le pasará lo mismo. En contadas ocasiones, no nos creemos lo que nos cuentan, sino que tenemos que haber presenciado el momento para creer lo que nos dicen. Ver para creer.
Fotografía: www.berlinfotografin.de
Vivimos en un mundo donde muchos se hallan sumidos en un sueño profundo que no les permite ver; y nosotros, en lugar de intentar reanimar a los que están perdidos, nos unimos a ellos. Creemos que ya nos despertarán otros, y así es como acabamos formando un banco de peces que sólo desemboca en el caos.
Fotografía: Kate Moss and Johnny Depp
Lo mismo ocurre en el amor. A diario, nos cruzamos con personas extraordinarias que nos hacen sentir cosas increíbles, pero el simple hecho de ver a otras que parecen ser “más felices”, nos hace pensar que nosotros no lo somos, y que es probable que seamos unos desgraciados por no ser como ellos.
Fotografía: Kate Winslet y Leonardo DiCaprio en Titanic
Entonces, cuando algo no sale como esperábamos o si nuestras expectativas no se cumplen, nos hundimos en un mar de lágrimas. Nos quedamos sentados en la estación, viendo pasar trenes, hasta que encontramos otro mejor que el anterior. Más reluciente, más sonoro y que nos avise al llegar, porque de lo contrario, no lo cogeremos por nada del mundo.
Fotografía: Teenage Girl Waiting for Train, Chicago, Illinois.
Nos hacemos una coraza, de esas que ya no se rompen por cualquier cosa, pensamos que con ella somos invencibles, y que no volveremos a caer en los mismos errores. Nos creemos de piedra, pero así solo conseguimos engañarnos a nosotros mismos, hacernos más débiles, y sufrir más.
Fotografía: Suzy Parker, por Richard Avedon
Nos abandonamos, le damos al vicio, o vamos “de copa en copa y al baño, porque me toca”. Y poco a poco, todo se convierte en un despropósito. Nos hundimos en ese banco de peces y nos ahogamos hasta que no queda nada de nosotros, nada por lo que valga la pena luchar... o al menos por lo que seguir nadando.
Fotografía: Brian Ingram
Es entonces cuando nos damos cuenta de que todas esas historias, todas esas milongas que una vez nos contó alguien equivocado, todas esas películas, novelas y canciones de amor, nos volvieron ciegos; y está comprobado que al no ver, irremediablemente dejamos de creer.
Fotografía: andrialindquist.com
La única y verdadera forma de ser feliz y alimentar nuestros sueños, no es haciéndonos los ciegos, los sordos o los mudos. El amor implica los cinco sentidos, ninguno más y tampoco alguno menos. El “sexto sentido” es ese banco de peces que nos consume y nos hace pensar, aunque sea por un instante, que no estamos hechos para ese juego de dos.
Carlota Madariaga
Carlota Madariaga